viernes, 17 de mayo de 2013

"Por San Marcos el melonar, ni nacido, ni por sembrar"

   San Marcos  se celebra el 25 de abril,  fechas por las que hay que sembrar, (o como reza el refrán haber sembrado ya  pocos días antes),  los cultivos que germinarán a partir del diez o el quince de mayo y que son preferentemente: melones, sandías, calabazas y pepinos además de judías verdes, también conocidas aquí como "habetillas". 
   El refrán "Por San Marcos el melonar, ni nacido, ni por sembrar"  expresa de manera perfecta la época de siembra, no de plantación, de estas semillas, pues si estuviesen  nacidas se correría el riesgo de que se pudiesen helar en la primera quincena de mayo, ya que solo hay "garantía" de que no se producirán  heladas a partir del diez o el quince del  mes de las  flores. Por otra parte, si no está sembrado estamos retrasando de manera innecesaria el nacimiento de las plantas. Para ser sinceros hay que decir que no sería tarde tampoco si se siembran las cucurbitáceas  a finales de abril o principios de mayo.
   De manera cada vez más habitual este tipo de plantas se obtienen en los invernaderos, que por unos diez o quince céntimos  cada una, nos venden plantas en bandejas bastante desarrolladas y fáciles de trasplantar. En el caso de las sandías proporcionan unas variedades que han injertado en calabaza (supongo que para dar mas robustez y así obtener frutos mayores)  que además carecen de semillas.  Esta práctica es más cómoda, pero a mi juicio tiende a uniformar a todos los hortelanos  con las mismas variedades de cultivos, haciendo que se pierdan las múltiples  clases de todo tipo de semillas que se plantaban antaño en cada pueblo.
     Las semillas de  melones, sandías, calabazas o calabacines,  debemos enterrarlas a una profundidad de cuatro o cinco cm  y a una distancia unas de otras de alrededor de  un metro (puede valer un paso). En cada puesto se deben introducir  ocho o diez pepitas  distribuidas  en la superficie de un círculo de unos quince cm de diámetro y, si con suerte nacen todas, después se pueden entresacar y dejar solo tres o cuatro plantas de las más frondosas y mejor situadas para que estén a la máxima distancia entre  sí.
    Una  buena práctica consiste en cubrir, tras la siembra,  la superficie bajo la que están las semillas recién enterradas, con una  capa de basura (estiércol) de unos dos cm de grosor y si queremos acelerar el nacimiento, la cubriremos a su vez con un plástico que aumentará la temperatura de la zona cubierta.
    Otra manera más completa de hacer la siembra consiste en "encasillarlas", que es haciendo un hoyo cilíndrico en el suelo  de  unos treinta cm de diámetro y  otros veinte o treinta de profundidad,  en cuyo fondo se coloca una capa de basura sobre ella tierra después las semillas, más tierra y se termina de llenar con más estiércol. Así conseguimos que una vez nacidas las plantas alcancen las raíces la capa inferior de basura que retiene mejor el agua.
    Dependiendo de la temperatura y la humedad del suelo, pasados unos diez o quince días nacerán. Si no es así podemos echarles uno o dos  litros  de agua por un lado del puesto, para no endurecer la capa de tierra que cubre las semillas

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